Milei tambalea: el derrumbe en CABA y PBA, la crisis del dólar y la estrategia de distracción

El Gobierno pierde terreno en los principales distritos del país mientras el colapso económico se vuelve inminente. La estrategia del caos ya no oculta la realidad: la motosierra ha fracasado.

El gobierno de Javier Milei enfrenta su mayor crisis desde que asumió el poder. La pérdida de apoyo en la Ciudad de Buenos Aires y la Provincia de Buenos Aires, sus bastiones clave, se hace evidente. Mientras el dólar blue y los financieros continúan escalando, la economía se hunde y el oficialismo se aferra a una estrategia de distracción basada en el escándalo constante y la batalla cultural. Pero la realidad es ineludible: la motosierra de Milei no sólo no logró estabilizar la economía, sino que la llevó al borde del colapso.

El espejismo libertario se desvanece

Los primeros meses de gestión de Milei estuvieron marcados por un ajuste feroz, defendido con discursos apocalípticos sobre la «herencia recibida». Sin embargo, la situación económica no hizo más que empeorar. La inflación no cede, el consumo se desploma y la fuga de capitales se acelera. En el Banco Central, la venta diaria de dólares alcanza cifras alarmantes, mientras la presión devaluatoria crece sin freno. El discurso de «no emitir» choca con una realidad insalvable: la falta de reservas y la imposibilidad de sostener una política monetaria viable sin hundir la economía en una recesión histórica.

El derrumbe del respaldo social en la Ciudad y la Provincia de Buenos Aires es un síntoma de esta crisis. Lo que antes era el epicentro de su apoyo incondicional se ha convertido en terreno hostil para el gobierno libertario. Las clases medias y bajas, que alguna vez creyeron en las promesas de «libertad» y «prosperidad», hoy enfrentan aumentos descontrolados en servicios, alimentos y transporte. En las calles, la indignación se multiplica y la paciencia se agota.

La estrategia de la distracción: de Osvaldo Bayer a la «estafa cripto»

Ante el desastre económico, el gobierno ha intensificado su ofensiva mediática con temas que buscan desviar la atención. La demolición del monumento a Osvaldo Bayer, la polemica sobre el Centro Cultural Kirchner, la agitación de la «batalla cultural» y la permanente provocación en redes sociales son parte de un plan calculado. La estrategia es clara: alimentar la confrontación ideológica para que el debate político no se centre en los problemas reales del país.

Sin embargo, esta estrategia no solo tiene el objetivo de distraer a la opinión pública, sino también de contener a su propio electorado. La base dura del mileísmo necesita un enemigo constante, una narrativa de «ellos contra nosotros» que justifique el desastre económico. Sin embargo, las grietas dentro del propio oficialismo comienzan a ser evidentes. La «estafa cripto», vinculada a personajes cercanos al gobierno, amenaza con derribar la imagen de Milei como un «outsider» incorruptible. Cada nueva revelación sobre el caso golpea de lleno en el corazón de su electorado más fiel, que empieza a preguntarse si el «león» no era más que un embaucador.

El factor devaluación: una bomba de tiempo

El gobierno de Milei sabe que una nueva devaluación es inevitable. La brecha cambiaria entre el dólar oficial y los paralelos sigue creciendo, y la presión del mercado es insoportable. La venta constante de dólares por parte del Banco Central solo retrasa lo inevitable. Mientras Milei y su equipo intentan ganar tiempo, la expectativa de una devaluación masiva ya se traduce en aumentos especulativos de precios y en una caída vertiginosa del poder adquisitivo.

La promesa de un «ajuste sin dolor» ha quedado en el olvido. La motosierra se llevó puestos los salarios, el consumo y la estabilidad económica. La gran pregunta es cuánto tiempo más podrá sostenerse este modelo antes de un colapso total. En los pasillos de la Casa Rosada, la tensión es palpable. La desesperación por evitar que la crisis explote en sus manos ha llevado al oficialismo a un frenesí de medidas improvisadas y discursos cada vez más agresivos.

El ocaso del mileísmo

A pesar de sus esfuerzos por imponer una narrativa triunfalista, la realidad se impone. Milei pierde apoyo en los distritos que fueron clave para su llegada al poder. Las clases medias urbanas, que lo respaldaron con la esperanza de un cambio, ahora enfrentan el costo de sus políticas. Mientras tanto, la resistencia crece en las calles, en las universidades, en los gremios y en la opinión pública.

El gobierno de Javier Milei ya no es visto como un fenómeno revolucionario, sino como una administración que se tambalea entre la improvisación y la crisis permanente. La apuesta por el caos y la polarización ha empezado a mostrar sus límites. En la Ciudad y la Provincia de Buenos Aires, Milei enfrenta un escenario que nunca imaginó: la pérdida del apoyo que lo llevó al poder. Y sin ese respaldo, su gobierno se encamina inexorablemente hacia el ocaso.

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