Con la excusa de “resolver desequilibrios heredados”, el gobierno de Javier Milei lanza una nueva emisión por USD 3.000 millones destinada a liberar dividendos y deudas comerciales de corporaciones extranjeras. Detrás del eufemismo técnico, se esconde una vía rápida para seguir dolarizando ganancias privadas mientras se seca la economía real.
El BCRA anunció la emisión de la Serie 4 del BOPREAL, un instrumento financiero que permite a las empresas girar utilidades al exterior en plena crisis económica. Con una tasa de interés del 3% y vencimiento en 2028, el bono consolida la prioridad oficial: pagarle a los que ya ganaron, mientras el pueblo argentino enfrenta ajuste, recesión y caída del poder adquisitivo.
El Banco Central de la República Argentina (BCRA), en una decisión que condensa la lógica fundacional del gobierno libertario, aprobó una nueva emisión de los llamados Bonos para la Reconstrucción de una Argentina Libre (BOPREAL), por USD 3.000 millones. Según el comunicado oficial, el objetivo es “canalizar de forma ordenada” el pago de dividendos retenidos y deudas comerciales acumuladas hasta diciembre de 2023. Pero más allá de la ingeniería semántica, el mensaje es claro: mientras se impone una motosierra presupuestaria para jubilaciones, universidades y salarios, el Estado garantiza los dólares para que las multinacionales puedan girar sus ganancias al exterior.
Este nuevo salvavidas financiero a las corporaciones se da en el marco de la llamada “Fase 3” del programa económico de Javier Milei, que profundiza la liberalización cambiaria, al tiempo que mantiene encajonada la economía productiva local. Los bonos devengarán una tasa del 3% anual pagadera semestralmente y se amortizarán en un único pago en octubre de 2028, lo que representa un instrumento rentable para las grandes empresas, que podrán incluso utilizar hasta un tercio del monto para pagar impuestos. En otras palabras: el Estado le permite a las compañías pagar sus obligaciones impositivas con deuda que el propio Estado emitió para beneficiarlas. La paradoja del ajuste para la mayoría y el subsidio encubierto para los grandes jugadores del capital trasnacional.
La prensa económica aliada al gobierno —Infobae, Ámbito Financiero, El Cronista— festeja la medida como un signo de “normalización” del régimen cambiario. Pero basta mirar los datos del propio BCRA para ver que se trata más bien de una puerta abierta a la fuga de capitales: en los últimos tres meses con datos disponibles, salieron del país USD 2.200 millones en concepto de Inversión Extranjera Directa (IED). La flamante Serie 4 del BOPREAL no revertirá esa sangría, solo la volverá “legal”, “ordenada” y con intereses.
El anuncio se produce en paralelo a la implementación del Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI), otra de las herramientas del gobierno para seducir al capital extranjero, que incluye beneficios fiscales, exenciones aduaneras y libre disponibilidad de divisas. ¿El resultado? Más dólares que se van, menos recursos para sostener el aparato productivo y social local.
En las redes sociales, la reacción fue inmediata. “Milei le paga a los que ya ganaron mientras los hospitales no tienen insumos”, escribió en X (ex Twitter) el economista @AlvaroArgento, que añadió: “Esto no es liberalismo, es servilismo”. Por su parte, la cuenta @EconomiaCritica ironizó: “No hay plata… salvo para que los CEOS se lleven sus dólares”. El hartazgo social se refleja en cada comentario, especialmente cuando el ajuste golpea con toda su crudeza en los sectores populares.
Desde la oposición política, varios referentes también cuestionaron la medida. El diputado Itai Hagman (UxP) sostuvo: “El BOPREAL no es otra cosa que deuda para beneficiar a las multinacionales. No hay plata para los científicos, pero sí para que las empresas giren dólares al exterior. No sorprende: es el mismo modelo de siempre, ahora con una máscara anarcocapitalista”. Similar opinión tuvo la economista Fernanda Vallejos, quien calificó al bono como “un seguro para la fuga”.
Paradójicamente, mientras el Banco Central facilita mecanismos financieros para que las empresas extranjeras recuperen sus utilidades, no hay ningún plan concreto para mejorar el ingreso de las familias argentinas. La economía real está en caída libre, con una inflación acumulada del 65% en lo que va del año, una recesión que ya afectó a más del 50% de las pymes, y un mercado laboral donde reina la informalidad y los salarios de hambre. El contraste no puede ser más brutal: el Estado que se jacta de “no gastar un peso” en educación pública, emite bonos multimillonarios para las corporaciones.
Este nuevo BOPREAL, lejos de representar una solución a los desequilibrios estructurales de la economía argentina, los profundiza. No combate la fuga, la regula. No genera inversión, la reemplaza por endeudamiento. Y no redistribuye, concentra. Es, en definitiva, la versión libertaria del viejo modelo de endeudamiento y fuga que ya fracasó en tiempos de Macri. Pero ahora con el aval místico del “mercado”.
Mientras Milei y Caputo aseguran estar “poniendo orden”, lo que realmente hacen es reproducir las condiciones de desigualdad que hundieron a la Argentina en crisis sucesivas. Bajo el barniz técnico de los comunicados del BCRA, se esconde una verdad inocultable: en la Argentina del ajuste, el único flujo que no se corta es el que va del esfuerzo colectivo al bolsillo del capital concentrado.
El Banco Central emitirá un bono por USD 3.000 millones para que las empresas puedan «fugarla» al exterior

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