«Pupitres vacíos»: Memoria, juventud y dictadura en escena

Una obra necesaria que interpela desde el realismo épico a las heridas abiertas de la historia argentina

El pasado jueves 1º de mayo se estrenó en el Teatro Multiescena (Av. Corrientes 1764, CABA) la obra “Pupitres Vacíos”, escrita y dirigida por Thomas Guzmán, con funciones programadas todos los jueves de mayo a las 21 hs. La puesta, que cuenta con una sólida producción de Catargsis Producciones, se inscribe dentro del drama épico histórico y logra conmover, interpelar y sacudir al público con una temática tan dolorosa como urgente: la desaparición forzada de personas durante la última dictadura cívico-militar argentina.

Con una duración de 60 minutos y entradas a $15.000, la obra despliega un lenguaje teatral comprometido y poético que revive los horrores de los centros clandestinos, pero también la resistencia de una generación arrancada de las aulas, de sus proyectos, de su futuro.

Un protagonista que encarna el horror y la esperanza

El eje narrativo gira en torno a Guille, un joven que narra desde una dimensión suspendida en el tiempo —entre la vida, la memoria y la desaparición— su experiencia en manos del terrorismo de Estado. A través de la mirada de este personaje, encarnado con sensibilidad y fuerza por Jorge Pestille, se reconstruye no sólo la violencia sistemática, sino también el vínculo emocional con otros jóvenes desaparecidos, compañeros de lucha y de destino.

La obra introduce un contrapunto inquietante en la figura de El General, una entidad que representa el rostro abstracto del poder represor, y que Guille intenta descifrar desde su encierro y desintegración. Esta figura simbólica funciona como una representación del aparato estatal de exterminio, carente de humanidad, pero omnipresente.

Un equipo comprometido con la memoria

La dirección general de Thomas Guzmán propone una estética sobria, íntima, pero cargada de tensión y símbolos. La asistencia de dirección de Marcos Piris y las actuaciones de Lourdes Prenafeta, Giuliano Amadio y Joaquín Prato completan un elenco comprometido, que sostiene con solvencia una obra cargada de significado.

El guión se apoya en recursos del realismo épico, acercándose a la tradición brechtiana, sin perder por ello el pulso emotivo. La distancia que propone este estilo no impide al espectador involucrarse: por el contrario, lo obliga a pensar, a recordar, a incomodarse.

Rescatar la memoria desde el arte

“Pupitres Vacíos” es mucho más que una obra sobre la dictadura: es un grito contra el olvido, un ejercicio de memoria activa, una denuncia que se sostiene sobre las tablas pero que late en cada escuela, en cada archivo, en cada pañuelo blanco.

En un presente donde los discursos negacionistas vuelven a asomar en el debate público, esta propuesta teatral se convierte en un acto de resistencia cultural. Con una dramaturgia lúcida y una dirección sensible, la obra aporta al necesario ejercicio colectivo de recordar para no repetir.