El Eternauta alcanza el primer puesto en 24 países, una victoria cultural en tiempos de barbarie neoliberal

El Eternauta global: la épica criolla que conquistó Netflix y resistió al olvido. La adaptación de El Eternauta es un fenómeno global: alcanza el primer puesto en 24 países, con más de 52 millones de horas vistas. Pero su éxito no es solo técnico o narrativo: es una victoria cultural en tiempos de barbarie.

En tiempos donde el ajuste cultural amenaza con vaciar de contenido la identidad argentina, El Eternauta irrumpe como un meteorito político y emocional. No es solo una serie. Es un grito desde el subsuelo de nuestra historia, un homenaje a una obra que incomodó a las dictaduras y fue escrita por un autor desaparecido por el terrorismo de Estado: Héctor Germán Oesterheld. Su mensaje vuelve hoy más vigente que nunca, a través de la adaptación dirigida por Bruno Stagnaro y protagonizada por Ricardo Darín.

A dos semanas de su estreno, la serie ocupa el primer lugar en el ranking de habla no inglesa en 24 países, y está en el top 10 de 87 naciones. En América Latina es furor; en Europa pisa fuerte; en Asia y África sorprende. Solo falta Oceanía para completar el mapa. Netflix lo confirma: El Eternauta fue vista 9.6 millones de veces, totalizando 52 millones de horas reproducidas. Pero detrás de estos números hay algo más profundo: una narrativa latinoamericana que desafía los relatos hegemónicos de la ciencia ficción, usualmente monopolizados por Hollywood.

El héroe colectivo frente al héroe individual

A contramano del individualismo liberal, El Eternauta retrata la lucha colectiva. Juan Salvo, encarnado por Darín, no es un elegido con superpoderes. Es un hombre común, rodeado de gente común, que resiste una invasión alienígena en la Buenos Aires cotidiana. “El héroe es el pueblo”, decía Oesterheld. Hoy, esa idea explota en la pantalla en medio de un contexto político donde se intenta instalar que lo colectivo es sinónimo de gasto y lo público, un obstáculo.

La serie no elude esta dimensión. El arte y la técnica se combinan con una sensibilidad fiel al espíritu original. Stagnaro, quien creció leyendo la historieta, confesó: “Para mí El Eternauta representa a mi viejo trayéndome los fascículos semanales. Fue de las primeras obras que leí completas en mi vida”. Ese lazo entre generaciones también es parte del fenómeno. Las nuevas audiencias se conectan con una historia que resiste al olvido, al recorte presupuestario y al desprecio cultural.

Una superproducción sin precedentes

Realizada con un despliegue monumental, la serie involucró 2.900 personas, 148 jornadas de rodaje, más de 50 locaciones reales, 35 escenarios virtuales, y 500 máscaras. Para recrear la nieve mortal —símbolo central de la invasión— se utilizaron 598 toneladas de sal, 4 toneladas de celulosa y 600 kilos de eco-snow. Se invirtió tiempo, recursos y talento en crear una atmósfera tan poética como letal.

El equipo técnico desarrolló escaneos 3D de barrios del conurbano y trabajó con fotogrametría para reconstruir digitalmente una Buenos Aires distópica que, a la vez, se parece peligrosamente a la ciudad actual, desigual y sitiada. Porque la metáfora sigue viva: ¿acaso la nieve del Eternauta no es hoy la indiferencia, la miseria programada, el ajuste brutal que cae del cielo disfrazado de inevitabilidad?

Un elenco potente y una historia que interpela

Darín lidera un elenco notable donde brillan Carla Peterson, César Troncoso, Andrea Pietra, Ariel Staltari (también co-guionista) y Marcelo Subiotto. Todos encarnan a personajes que nos son familiares, vecinos, amigos, compañeros de trabajo. Esa cercanía es la clave del impacto. El Eternauta no habla de galaxias lejanas, sino de nuestra propia calle invadida, de la resistencia desde la cocina, del refugio que se convierte en trinchera.

Cultura nacional en tiempos de destrucción simbólica

En un presente donde el Ministerio de Cultura es vaciado, el INCAA amenazado y los trabajadores del sector enfrentan despidos masivos, que una serie nacional se convierta en la producción más vista de Argentina en el mundo es un acto de reivindicación política y simbólica. El Eternauta demuestra que la cultura no es un gasto sino una inversión en identidad, en memoria, en futuro.

Que esta obra llegue a Netflix —un emblema del mercado global— y conquiste audiencias de Arabia Saudita a Italia, es una forma de resistencia. Una manera de decir: “estamos acá, contamos nuestras historias, aunque quieran silenciarnos”.

El legado de Oesterheld

Héctor Germán Oesterheld fue secuestrado y desaparecido por la dictadura genocida en 1977. También fueron desaparecidas sus cuatro hijas y dos yernos. Su obra fue perseguida por subversiva. Hoy, en 2025, su historia se ve en 87 países y emociona a millones. ¿Puede haber una mejor respuesta al terror de Estado que este renacimiento global?

Final abierto, como toda lucha

El Eternauta no terminó. Su legado se reescribe con cada pantalla encendida. Es la prueba de que la cultura popular argentina puede dialogar con el mundo sin perder su raíz crítica y humanista. Es una invitación a imaginar futuros, pero también a resistir el presente.

En tiempos de tormenta, El Eternauta vuelve a recordarnos que la salvación no vendrá del cielo, sino de lo que podamos construir juntos, desde abajo.

Fuente:

  • https://www.infobae.com/teleshow/2025/05/15/el-furor-por-el-eternauta-no-se-detiene-duplico-el-numero-de-paises-donde-es-numero-uno-2/

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