La ministra de Seguridad oficializará su incorporación a La Libertad Avanza, sellando su última mutación política en un largo historial de oportunismo ideológico. Su carrera, que comenzó en la juventud peronista armada, revela un recorrido marcado por la traición, el cinismo y la falta absoluta de coherencia política.
(Por Osvaldo Peralta) Patricia Bullrich vuelve a cambiar de piel: tras haber sido parte del peronismo revolucionario, del menemismo, del radicalismo, del macrismo y hasta de su propio sello electoral, ahora se suma formalmente al oficialismo libertario. La conversión más reciente de quien fuera parte activa del desastre del 2001 demuestra que en la política argentina, el oportunismo no tiene límites ni vergüenza.
En un movimiento que no sorprende a nadie pero debería escandalizar a todos, Patricia Bullrich oficializará su incorporación a La Libertad Avanza, según confirmaron fuentes del entorno libertario y del Ministerio de Seguridad. Con este paso, la ex candidata presidencial por Juntos por el Cambio se suma al proyecto ultraderechista de Javier Milei, cerrando el ciclo de una carrera política tan zigzagueante como peligrosa para la democracia.
No se trata de una novedad: Bullrich ya actuaba como aliada informal del presidente desde que aceptó continuar como ministra de Seguridad en su gobierno, legitimando el avance represivo sobre las protestas sociales y defendiendo con fervor los protocolos inconstitucionales que buscan criminalizar la protesta y garantizar “orden” a pura bala. Sin embargo, su pase formal al partido de Milei expone crudamente lo que muchos en redes sociales y espacios políticos vienen denunciando: el absoluto desprecio de Bullrich por cualquier principio ideológico. Para ella, la política no es una herramienta de transformación, sino una vía para conservar poder, a cualquier costo.
Su historia lo demuestra. Bullrich comenzó su militancia en los años setenta en la Juventud Peronista y fue parte activa de Montoneros, la organización armada que buscaba una revolución socialista en el país. Desde aquel tiempo de fusiles y mística setentista, pasó a formar parte del menemismo en los años noventa, apoyando privatizaciones, indultos y ajustes. Ya en la debacle del 2001, fue ministra de Trabajo del gobierno de la Alianza, y como tal, firmó recortes jubilatorios, despidos masivos en el Estado y leyes laborales a medida del FMI, siendo directamente responsable de políticas que desembocaron en la peor crisis institucional y económica del país. El 19 y 20 de diciembre de ese año, mientras el pueblo era masacrado en las calles, ella defendía el ajuste con una sonrisa.

Lejos de retirarse de la política tras el desastre, fundó su propio sello, Unión por Todos, que más tarde integró la Coalición Cívica de Elisa Carrió, y finalmente recaló en el PRO de Mauricio Macri. Fue ministra de Seguridad durante su gobierno y una de las principales impulsoras de la doctrina Chocobar: represión, bala fácil y blindaje mediático. Ya no hablaba de los desaparecidos, sino que justificaba que «el que quiera andar armado, que ande armado». Su desprecio por los derechos humanos y la protesta social se profundizó, transformándose en una defensora del Estado policial.
Con la llegada de Javier Milei al poder, y tras su propia derrota electoral en 2023, Bullrich no dudó en traicionar el frente que ella misma encabezaba. No consultó con sus aliados, ni con su electorado. Simplemente aceptó continuar como ministra, esta vez bajo un modelo anarco-capitalista que contradice incluso los principios de orden conservador que ella decía representar. Hoy, con su incorporación oficial a La Libertad Avanza, demuestra que está dispuesta a avalar la entrega del país al capital financiero, el vaciamiento del Estado y la represión abierta como único método de control social.
Las redes no tardaron en reaccionar. “Patricia Bullrich es la síntesis perfecta del cinismo político argentino”, escribió el periodista Ari Lijalad en X (ex Twitter). “Pasó por Montoneros, el menemismo, la Alianza, Carrió, Macri y ahora Milei. Un recorrido que sólo se explica por el odio, el oportunismo y la ambición de poder”, agregó. El dirigente sindical Hugo Yasky también apuntó: “Lo de Bullrich no es ideología, es negocio. Es el poder por el poder mismo. No importa si hay que reprimir jubilados o abrazarse al FMI. Siempre está del lado de los que oprimen”.
El recorrido partidario de Patricia Bullrich podría llenar varias páginas, pero aquí un breve repaso de su camaleónica carrera:
- Montoneros / Juventud Peronista: Militante activa en los años 70.
- PJ tradicional (1983): Ingreso a la vida institucional desde el peronismo.
- Menemismo (década del 90): Funcionaria y defensora del modelo neoliberal.
- Alianza (UCR-Frepaso): Ministra de Trabajo de Fernando de la Rúa, impulsora del ajuste del 2001.
- Unión por Todos (2003): Creación de su propio partido de derecha.
- Coalición Cívica (2007): Alianza con Elisa Carrió.
- PRO (desde 2010): Integrante del partido de Macri, ministra de Seguridad.
- Juntos por el Cambio (2015-2023): Presidenta del PRO, candidata presidencial.
- La Libertad Avanza (2024): Incorporación formal al gobierno de Javier Milei.
Este derrotero es más que una curiosidad ideológica: es un peligro para la democracia. En cada uno de sus giros políticos, Bullrich ha estado al servicio de las elites, del capital concentrado y de los sectores más autoritarios del poder. Nunca del lado del pueblo. Hoy, como ministra de Milei, continúa esa senda, validando un gobierno que avanza sobre los derechos laborales, las universidades, la soberanía económica y los sectores más vulnerables.
Su pase a La Libertad Avanza no representa una sorpresa, sino la confirmación de una constante: Patricia Bullrich nunca tuvo ideología, sólo ambición. Y en su camino hacia el poder ha estado siempre dispuesta a traicionar a quien sea, incluso a sus propias ideas.
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