Mientras países como Chile y Uruguay consolidan salarios mínimos superiores a los 500 dólares, Argentina se hunde en el ranking regional, apenas superando a Venezuela.
(Por Walter Onorato) La evolución del salario mínimo en Sudamérica entre 2002, 2015 y 2025 revela una tendencia preocupante para Argentina. Las políticas económicas actuales han llevado a una depreciación significativa del ingreso mínimo, situando al país en una posición alarmante dentro del continente.
En el año 2002, Argentina enfrentaba una de las peores crisis económicas de su historia. Sin embargo, con el tiempo, logró una recuperación que se reflejó en el incremento del salario mínimo. Para 2015, el país ostentaba uno de los salarios mínimos más altos de Sudamérica, superando los 500 dólares mensuales. Este avance fue resultado de políticas orientadas a la mejora del poder adquisitivo y la protección del trabajador.
Durante el último año completo del segundo mandato de Cristina Fernández de Kirchner (2015), el salario mínimo en Argentina se ubicaba en $5.588 pesos argentinos, lo que al tipo de cambio oficial de entonces (aproximadamente 9,4 pesos por dólar) equivalía a unos 595 dólares mensuales.
No obstante, en 2025, la realidad es diametralmente opuesta. El salario mínimo en Argentina se sitúa en aproximadamente 247 dólares, según datos de enero de 2025 . Esta cifra coloca al país solo por encima de Venezuela, donde el salario mínimo es de 2,36 dólares.
En contraste, Chile y Uruguay han mostrado una tendencia ascendente en sus salarios mínimos. Chile alcanzó los 500.000 pesos chilenos (aproximadamente 504 dólares) en julio de 2024, con proyecciones de incremento basadas en el Índice de Precios al Consumidor . Uruguay, por su parte, estableció un salario mínimo de 22.751 pesos uruguayos (alrededor de 583 dólares) en 2024 .
Brasil también ha mostrado avances, con un aumento del 7,5% en el salario mínimo, alcanzando los 1.518 reales (aproximadamente 245,7 dólares) en enero de 2025 . Aunque esta cifra es similar a la de Argentina, es importante destacar que Brasil ha implementado políticas de ajuste fiscal que han permitido este incremento sin comprometer la estabilidad económica.
La situación en Argentina es el resultado de políticas económicas que han priorizado el ajuste fiscal y la liberalización del mercado en detrimento del poder adquisitivo de los trabajadores. La falta de mecanismos de protección frente a la inflación y la devaluación ha erosionado el salario mínimo, afectando directamente a los sectores más vulnerables de la sociedad.
El desplome refleja la pérdida brutal del poder adquisitivo del salario mínimo bajo los gobiernos que sucedieron a Cristina Kirchner —especialmente durante los mandatos de Mauricio Macri y Javier Milei— debido a la combinación de devaluación monetaria, inflación sin control y la ausencia de políticas de protección al ingreso real de los trabajadores.
Es imperativo que el gobierno argentino reevalúe sus políticas económicas y considere medidas que protejan y fortalezcan el salario mínimo. La comparación con otros países sudamericanos demuestra que es posible implementar estrategias que equilibren el crecimiento económico con la justicia social.
El salario mínimo en Sudamérica actúa como un espejo que refleja las decisiones políticas y económicas de cada país. Argentina, que alguna vez lideró en este aspecto, ahora enfrenta el desafío de revertir una tendencia descendente que amenaza con profundizar las desigualdades y debilitar el tejido social.
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